miércoles, 11 de agosto de 2010

El sentir de los que SÍ tenemos título de periodista


El profesionalismo de los conductores de "Intrusos de la farándula" está en entredicho por todo el país, en especial después del pleito entre Jalé y Jair y la famosa frase "Jale... a usted que le importa". Para quienes no saben, gracias a un nefasto fallo de la Corte, en nuestro país la colegiación de los periodistas no es obligatoria, como sí lo es la de los médicos, arquitectos, psicólogos, abogados, enfermeras, etc., por eso, es fácil encontrar oxigenadas, improvisados y copas doble D ejerciendo como presentadores y hasta como periodistas, solo por el simple hecho de saber leer y escribir.
Hay quienes dicen que el periodismo es oficio y no profesión y cualquiera que, repito, sepa leer y escribir puede ejercer como tal, otros nos tratan como "chismosos con título", a mí una vez me dijeron eso y me reservo mi respuesta por educación. También tenemos que soportar los estúpidos comentarios de "¡qué chiva, usted entrevista gente sale en tele y va gratis a las actividades!", claro, muy chiva salir en tele, en especial cuando uno está en vivo y tiene ganas de toser o estornudar, cuando ya la información se le terminó pero sigue al aire y tiene que seguir hablando y a la vez le ruega a Dios no decir una "burrada" o que chiva ir a un concierto o a cualquier actividad, en especial en la noche y tiene que salir corriendo a la mitad porque hay que redactar la nota y eso es lo único que falta para cerrar la edición y mandar a imprimir.
Pero bueno, lo quiero es compartir con ustedes el editorial que se leyó en Informativo ADYCO el 26 de julio y que plasma no solo el sentir de los VERDADEROS comunicadores, sino el de la población que cada día más reclama profesionalismo en los medios de comunicación, espero les guste.

EDITORIAL PARTE PRIMERA: Dice el viejo adagio que “perro que come perro no es buen perro”, sin embargo, hay momentos y circunstancias, en que la inteligencia y el sentido común, obligan a criticar y censurar vehementemente y con la mayor claridad y decisión, las aberraciones que al amparo de una total falta de ética, se cometen en niveles dizque “profesionales”.



El periodismo costarricense ha perdido fuste, el brillo que le dieron en su oportunidad grandes profesionales, poseedores de plumas privilegiadas, se ha opacado a la sombra del nacimiento de medios de comunicación que han confundido el término popular con populacho. o peor aun, se olvidaron del respeto que debe primar en el ejercicio de la profesión, para caer en el más soez estrato de la vulgaridad.


Laboran para esos medios seudo-profesionales, porque aun cuando posean un título que los acredite como periodistas, distan años luz de serlo, que han venido a vulgarizar en extremo a un profesión que para otros, a Dios gracias los más, representa un verdadero apostolado, razón por demás para hacer caso omiso del viejo adagio, aun a riesgo de que nos tilden de malos perros.



EDITORIAL PARTE SEGUNDA: Leer una entrevista en la que el entrevistador falta al respeto de su entrevistado. Utilizando populismos baratos que a su pobre criterio representan la audacia propia de un periodista incisivo, no puede menos que causarnos repulsa total por la falta de seriedad y garbo que debe exhibir un comunicador.


Escuchar en medios electrónicos la aplicación de léxicos inadecuados, so pretexto de estar a la moda o sentirse parte de una generación ayuna de toda educación, resulta un verdadero insulto para la inteligencia.


Los múltiples locutorcillos de montón que hoy abundan en las radioemisoras dizque juveniles, no son otra cosa que el vivo retrato de la degradación que existe en nuestro país y que está acabando con los pocos valores que nos quedan.


Lo más grave de toda está situación es que estamos perdiendo la riqueza de nuestro idioma, para caer en modismos importados que han venido a distorsionar nuestra propia lengua materna.






EDITORIAL PARTE TERCERA Y FINAL: El irrespeto de los periodistitas faranduleros y el léxico de los locutorcitos aberrantes que han tomado gran parte de las ondas hertzianas de nuestro espectro radiofónico, no serían más que un mal que se debe erradicar, sin embargo, lo grave de todo esto es la desenfadada complicidad de los directores y propietarios de los medios de comunicación, quienes por un tiraje mayor o un mejor rating, alcahuetean a estos masacradores de una de las profesiones más apasionantes de todas cuanto existen.






Hasta cuando habremos de soportar el lenguaje soez, la pluma indecente, el verbo rebuscado, hasta cuando los directores y propietarios de medios volverán a tener vergüenza para poner coto al desastre periodístico al que nos han llevado quienes a falta de calidad deben echar mano a vulgaridades para poder cumplir con sus funciones.

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