Amo
mi cumpleaños, quienes me conocen lo saben, planeo cada detalle y me encanta
compartirlo.
En
una ocasión conversaba con un grupo de esto, hablamos de un capítulo de The
Middle en el que nadie se acordó del cumpleaños de Sue y cuando le cantaron en
el colegio, ninguno de sus compañeros sabía su nombre, ¡pobre Sue!
De
ahí surgió el tema de historias tristes, creo que todos tenemos una: el regalo
que no me dieron, la piñata que alguien rompió antes de tiempo, nunca agarraba
confites, el gracioso que se pasó de tragos y armó pleito, la comida o el lugar
horribles, alguno la pasó enfermo o un familiar lo estaba, etc.
Una
de las personas me dijo que ella tenía una anécdota muy fea y me dio permiso de
contarla, siempre y cuando me reserve su nombre por aquello de los malos
comentarios, así que aquí va:
“Nunca
he sido de hacer grandes fiestas, pequeña sí, mis papás invitaban a medio
barrio y a mis compañeros de escuela, me cayeran o no bien, pero bueno, quería
regalos y jugar, así que no me importaba mucho. Con el tiempo solo salía a
comer con mis amigos cercanos u organizaba algo pequeño en la casa.
Hace
unos años pasé por una depresión muy fuerte y a mi hermana y a una amiga se les
ocurrió hacerme una fiesta sorpresa, ¡gran error!, todo lo armaron sutilmente
hasta que una compañera de pastoral me llamó “mirá, me contó fulano que fulana
y tu hermana te están organizando una fiesta sorpresa y no me quieren invitar,
¿puedo ir?”
De
inmediato le pedí a mi hermana que cancelara, yo no estaba de humor, pero, le
hablé a la pared, entre ella y mi mamá me convencieron y adelante con los
planes.
Ok,
en teoría un primo me iba a distraer mientras llegaba la gente, que según el
evento de facebook que bajo amenazas me mostraron, eran casi 30 invitados y la
mayoría confirmados, todos citados en mi casa un sábado a las 7 pm porque yo iba a llegar entre 7:30 y 7:45 pm, tras de
eso, muchos preguntaban si podían llevar acompañante, o sea, iban a llegar
entre 40 y 45.
Bueno,
te resumo la historia: mi primo tuvo un problema con el carro, así que nadie me
distrajo, al llegar a mi casa mi cuñado me sacó, estuve hora y media afuera
mientras la gente aparecía, los invitados, incluyendo la otra organizadora arribaron
casi a las 8:30 pm.
¡Sorpresa!,
solo llegaron 10 personas, parte de la comida ya estaba fría, mi mamá algo
molesta por eso, mi hermana discutiendo con mi amiga porque la dejó sola con
todo el arreglo.
Ponen
música para bailar, lo hago con un amigo cuya novia me lo arrebató, luego bailo
con un carajo que ni idea quién era y apenas sirvieron la comida recalentada,
me dejó ahí como tonta.
Al
ratito, si acaso una hora, otra amistad dijo en mi cara “qué pereza, esto está
muy aburrido, mejor me voy”, salió y detrás de ella todos los invitados,
incluyendo a la organizadora.
Tuve
que limpiar sola, mi hermana estaba tan enojada que se fue al momentito y mi
mamá pasó reclamando por la plata y electricidad que gastó, además de los malos
modales y la comida casi entera que algunos dejaron en el plato.
“Les
pedí que lo cancelaran”, le dije a mami llorando del colerón, pero fue peor; al
día siguiente la organizadora me llamó para saber si me gustó, yo fui sincera y
le dije que no, que me sentí muy mal y que ni siquiera tuvo el detalle de
ayudarme “¡qué mal agradecida que sos!, todo lo que uno hace para que ya no
estés triste, ¿vos sabés lo que costó convencer a la gente para ir a tu casa?,
vivís demasiado largo, muchos cambiaron sus planes solo por vos”, bla bla bla,
en otras palabras, fui la bruja del cuento.
En
resumen: es el peor cumple de mi historia, a mi hermana no le hablé en un mes,
a esa otra chica terminé la amistad con ella, a quien dijo que estaba aburrida
ni la vuelvo a ver y a la sapa paracaidista, que ni se me acerque, sí yo sé,
sueno como chiquita de escuela.
Para
mi cumpleaños, generalmente yo compro algo y me lo como con mi familia, en la
oficina me lo celebran con un almuerzo y tal vez salgo con un grupo pequeño de
amigos, sí se da bien, si no también, pero hacer algo en grande, no gracias y
menos en mi casa que en apariencia es larguísimo.
Moralejas
del cuento señores lectores:
- Por favor, no organice fiestas sorpresa, mejor pregunte para no embarcarse, en especial si el homenajeado está deprimido
- Si en un evento de facebook pulsa “asistir”, hágalo
- Si la cosa está bien furris, retírese calladito
- Llegue puntual a la cita
- Si alguien le dice ‘no quiero celebrar’, significa ‘no quiero celebrar’
- Si se ofrece como coordinador, ayude de principio a fin”
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