Una vez mi ex novio y yo
estábamos invitados a una fiesta, ese día él tuvo que salir de gira, así que yo
fui, aquello causó asombro y molestia en dos amigas: “un buen novio, por más
cansado que esté, viene, ¡qué pareja más rara son ustedes!, ¿cómo permitís vos
eso?”, manifestó una de ellas.
En otra ocasión estaba con un
grupo de damas y con los pelos de punta las escuchaba decir: “es que el deber del
hombre es pagarte el manicure, la depilación, las salidas, llevarte a todo lado
y por supuesto, estar siempre a la par, eso de salir con los amigos es puro
cuento para portarse mal”.
Como lo mencioné, me enfermé de
oír a mujeres inteligentes y profesionales con semejante discurso de la era
victoriana, así que le conté a un amigo: “creo que ya sé por qué tengo tanto
tiempo soltera, es que yo no estoy de acuerdo con nada de lo que dijeron”;
él me respondió: “pues somos dos mi
chiquita, porque yo tampoco, hay que ser muy maje para eso”.
Casi siempre escucho a muchachas
quejarse de que se topan con mentirosos e infieles, que no encuentran a nadie a
su altura, ninguno quiere una relación seria, pero, ¿qué pasa cuando expresás
estas ideas?, ¿qué caballero en sus cinco sentidos, por más que una mujer le
guste, se convierte en esclavo y caja chica?
Nosotras seguimos luchando por
una igualdad de género, hemos ganado muchas batallas, tenemos mujeres jefes de
Estado y en el gabinete hay ministras y presidentas ejecutivas sumamente
preparadas; pero toparse féminas con este pensamiento cavernícola es aterrador,
obvio que ningún hombre se acerca.
¿Por qué seguimos creyendo en el príncipe
conquistador, resuelve problemas y cajero automático?.. Es decir, si yo me
quiero pintar las uñas o teñirme el cabello, lo saco de mi salario; si mi
pareja quiere ir a jugar fútbol o tomarse unas cervezas con sus amigos o
compañeros de trabajo, ¡qué lo haga!, yo no soy la mamá para estarle cambiando
las mantillas ni voy a estar hipervigilante revisando el GPS de su celular para
saber su localización exacta y si salgo sin su compañía ya sea porque tiene
otros planes, se encuentra indispuesto o la ocasión lo amerita, no pasa nada ni
tengo que llamarlo cada 10 segundos.
Si queremos un cambio, empecemos
por nuestro discurso, dejemos no solo ese papel de princesa inútil en espera
del valiente monarca en caballo blanco, también el de locas/exigentes/desconfiadas
hasta de su sombra y comportémonos como seres pensantes, independientes y
empoderadas de nuestros destinos.
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