lunes, 7 de abril de 2014

Y tenemos presidente electo





Hace dos meses escribí sobre el fenómeno de Luis Guillermo Solís y el estancamiento de Johnny Araya y que teníamos, en segunda ronda electoral, definir al Presidente de la República, el 5 de marzo Araya expresó en conferencia de prensa que se retiraba, convirtiendo a este proceso en toda una cátedra (así la calificó Luis Antonio Sobrado en una entrevista a los medios), ayer fue la segunda cita con las urnas y ganó Solís, un hombre que hasta hace unos ocho meses era un desconocido.

Su llegada al poder representa la ruptura del bipartidismo, una apuesta por el cambio de gobernantes, ideas frescas, gente que en la buena teoría no tiene cola que le pisen, sin embargo, me parece que algunos de sus seguidores lo están idealizando mucho y eso es peligroso, porque estos cuatro años no serán nada fácil para el nuevo presidente.

Primero, tendrá que trabajar con la Asamblea Legislativa más fraccionada de los últimos años, no tiene mayoría en el Plenario, según datos del Tribunal Supremo de Elecciones el PAC tiene 13 diputados mientras que el PLN 18, aquí en diálogo y la figura del Ministro de la Presidencia son fundamentales; segundo, el país sufre varias enfermedades las cuales muchas de ellas no se curan de la noche a la mañana, algunas necesitan de leyes y ya sabemos lo lento que es nuestro hermoso aparato burocrático y tercero, es como usted y como yo, un simple mortal que no tiene una varita mágica para cambiar de golpe las cosas.

Me atrevo a mencionar un cuarto obstáculo o problema a enfrentar: Ottón Solís,  conocido por sus discursos acusadores y quien en tres campañas no logró el apoyo de los ticos para llegar a Zapote.

Pero la responsabilidad de mejorar este país no es 100% del nuevo gobierno, nosotros también tenemos que poner de nuestra parte, porque es lindísimo quejarnos de la inseguridad y andamos en la calle con el bendito teléfono celular en la mano; crucificamos al gobierno por el pésimo control en carreteras y nos montamos al carro borrachos y sin ponernos el cinturón de seguridad, o cruzamos a los 25 metros del semáforo o puente peatonal; decimos que los salarios ya no alcanzan pero vamos felices de la vida a las tiendas aprovechando las ofertas y compramos carajas que ni sabemos para qué sirven.

Tenemos presidente electo, un hombre con defectos y virtudes que tendrá en sus manos el destino del país y sobre sus hombros descansará la responsabilidad de lo bueno y malo que nos suceda, en especial de lo malo, porque cuando no resulta de manera satisfactoria, siempre hay que culpar a alguien.

Como pueblo soberano, libre e independiente nos hicimos presente a las urnas y elegimos presidente, mucha suerte don Luis, Dios lo acompañe en esta nueva empresa.



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