"Época de compartir con los seres queridos" o "el próximo año me propongo pasar más tiempo con mi familia", ¿le suenan conocidas esas oraciones?, claro qué sí, la primera es uno de los típicos argumentos de Navidad y la segunda una de las resoluciones de año nuevo que casi nunca faltan en la lista.
Pero, ¿llegamos a cumplir esto?, ¿en realidad le damos a nuestros seres queridos calidad de vida? y con seres queridos incluyo también a los amigos, porque he visto que más de uno dice que ellos son la familia que uno elige.
Recuerdo una vez a una señora ya mayor que se sentó a la par mía en el bus, ella me contó que se cansó de invitar a los nietos a la casa porque cuando llegaban, casi siempre obligados por los papás, los carajillos no se despegaban del celular y a los 10 minutos decían "tita, ya me voy, es que tengo un compromiso", incluso, ya tiene estipulado que el día que muera no le hagan ni velorio ni funeral: "hay gente que no me quiere ver en vida ¿por qué tienen que llegar a verme muerta?".
Esto mismo a veces nos sucede con los amigos, bueno, algunos, más de una vez invitamos a alguien o nos invitan a tomar un café o salir y la respuesta es: "mirá, no puedo, es que ya quedé con fulano, qué pena, hoy no, tal vez la otra semana", pero el panorama no cambia, su agenda está full, eso sí, cuando necesitamos de ese ser querido, ahí sí lo buscamos como agua en el desierto.
Si nos propusimos ser mejores familiares y amigos, comencemos primero por dedicarles aunque sea una hora a la semana, el país no colapsará por eso, dejemos el celular o tablet de lado y conversemos, compartamos, renunciemos al "no puedo" por un "mirá, ¿qué te parece tal día?, pero fijo" y lo escribimos en piedra.
Regalemos a nuestros seres queridos tiempo de calidad, porque el cambio empieza en uno.
Regalemos a nuestros seres queridos tiempo de calidad, porque el cambio empieza en uno.
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