domingo, 12 de junio de 2016

Fenómeno Combate

Nunca vi Combate, ni siquiera para burlarme de sus participantes, sabía que había un equipo azul y uno naranja, en actividades la gente cantaba “a-a-azul” al mejor estilo de los “combatientes”, una vez le pregunté a alguien que lo tarareaba si le gustaba el programa ¡jamás!, pero bien que se sabía “las porras”.

Las quejas eran pan de todos los días, la gente en facebook pedía que lo sacaran del aire, los despedazaban y quemaban vivos, simplemente  el show no los dejaba vivir en paz.

Anuncian que es el programa más visto, que llegaron al millón de fans (sabrá Dios cuántos eran amigos y cuántos enemigos), de nuevo suicidios masivos, llantos, desesperación, los TL se inundaban con esta información y cuando los medios digitales publicaban alguna noticia de un participante, en minutos era de las más leídas y compartidas, me pregunto por cuál de los dos bandos.

Unos estudiantes escribieron una carta a la Oficina de Censura pidiendo su retiro del aire, hasta que veo que alguien dejó la quejadera de lado y tomó el toro por los cuernos, aunque nada pasó. Cuando Canal 9 cerró muchos dijeron “lástima que no es Combate”, como si el despido de casi 150 personas fuera motivo de chiste y se comparara con el “reality”.

Ahora Combate sale del aire, ¡aleluya, gloria a Dios!, romerías, oficios religiosos de acción de gracias, imagino que la gente vuelve a sonreír, va las iglesias a hincarse, los medios cubren como si fuera Cumbre Presidencial, redes sociales explotan de la emoción.

Pero señores, si Combate se volvió fenómeno no fue gracias a sus fans, sino a sus enemigos, a la campaña en contra, al basureo, porque gracias a tanta pelota muchos comenzaron a verlo y tal vez les gustó o les hizo gracia y preferían eso a ver noticias, como muchos en este país que no se informan o que hacen algo por moda.

Si los medios escribían cuando un “combatiente” se quebraba una uña era porque iba a ser la nota más leída y compartida, y aquí el target no eran sus amigos, sino los detractores.

Así como Combate no me quita ni quitará el sueño, tampoco me interesa si hay un banco de color rosado, si Maluma (sea quien sea) vino a cantar al país e intercambió saliva con una muchacha y no me dará un infarto porque Ricardo Arjona suene en la radio y logre dos conciertos en el país.

Recuerden, entre más pelota le de uno a un tema, más fuerza toma, así que como dice alguien en la tele “no se complique y viva feliz”.


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