martes, 2 de febrero de 2016

Entre el taxi rojo y Uber




No sé qué más se puede escribir sobre este tema, creo que todos hemos utilizado los servicios del taxi rojo, todos conocemos un taxista, esa persona honrada que detrás de un volante se gana el salario y lleva pan a su mesa, que vive metido en las presas, es psicólogo y tiene más contactos que agente del OIJ. Esa persona que en los días feriados o festivos anda trabajando.

Nos ha tocado también malcriados, que si uno les pide que le baje el volumen al radio se enojan, se pasan los semáforos en rojo y Dios libre los otros conductores le reclamen algo, eso es pleito seguro.

Aplaudimos cuando comenzaron a usar el sistema de registro de número de teléfono para no tener que estar repitiendo la dirección de la casa, igual con el datáfono, porque qué terrible era tener un billete de alta denominación y escuchar el “¿solo eso tiene?, ¿no anda menudo?”, aunque más de uno reclama por usar el aparato.

Quejas contra los taxistas siempre han existido: vueltos incorrectos, asaltos, objetos perdidos y no devueltos, malos tratos y molestia por hacer una carrera corta.

Igual hay protestas de los mismos choferes en contra del Estado por la cantidad excesiva de permisos e impuestos que tienen que pagar por circular, molestia común en todas aquellas personas que desean abrir un negocio y se ahogan en papeleo y trámites casi ridículos, mientras que la carga tributaria sobrepasa su capacidad de pago.

Este gremio también es explotado por sus mismos colegas, hay quienes adquieren una o más placas, como ayer lo reseñó una nota de Deportes Repretel en la que el exjugador Allan Alemán declaró que posee cinco, obvio que no se puede partir, por lo que tiene que buscar quién le maneje sus carros.*

Según anuncios que he visto en facebook donde se buscan taxistas, la cuota mínima diaria es de ¢18 mil, el resto de lo que hagan en el día es de ellos, tienen que cumplir un horario, ya eso es relación laboral, pero casi ningún patrono les paga seguro y aguinaldo, menos tienen vacaciones.

El gremio se creía intocable, así lo declaró Rubén Vargas presidente de la Unión Costarricense de Taxistas al programa Nuestra Voz y Uber llegó a demostrarles que no lo son: con personal capacitado, vehículos en buen estado, limpios y tarifas basadas en el kilometraje están ofreciendo una alternativa a los usuarios.**

¿Qué por culpa de Uber ya no hay clientes?, lo dudo, simplemente el bolsillo no da, gracias a los constantes incrementos en la canasta básica, pasajes de bus y otros rubros, la población ha decido ahorrar, además el tren y de las interlíneas ofrecen más comodidad.

Yo soy uno de esos casos, mis abuelitos viven en el centro de Tibás, antes de las interlíneas yo llegaba en bus al centro de Moravia y de ahí agarraba taxi, al regreso por pereza, lo acepto, subía igual en taxi y gastaba unos ¢8 mil. Gracias a las intersectoriales, gasto ¢1500.

En otra ocasión, antes de la llegada de Uber y cuando trabajaba en el centro de San José, salí de mi casa a las 6:30 am, yo feliz porque iba temprano, a las 7:20 am tuve que parar un taxi porque ese día todo Dulce Nombre de Coronado decidió viajar en bus. Conversando con el taxista, me contaba que los viajes largos se redujeron mucho, aceptó que la gente ya no podía gastar ¢5 mil o más en una carrera, ojo, esto fue antes de Uber.

¿Qué el servicio es ilegal?, no lo me parece, es un contrato privado entre conductor y cliente, es el cliente quién decide si lo busca o no.

Antes de prohibir Uber, el gremio y Estado deberían sentarse a revisar con lupa en manos de quién están las placas,  las condiciones laborales de los que manejan a otros sus minitas de oro, seguir promocionando los créditos para el cambio de unidades y mecanismos efectivos para sancionar a los que incurren en faltas, como sucede con cualquier otro funcionario público, comenzando por los malcriados que tiraron huevos a los que sí estaban trabajando y amenazaron a otros conductores.

Vino la competencia, es el siglo XXI, yo no veo a las cadenas de repostería pegar el grito al cielo por la cantidad de personas que ahora se dedican a hacer queques y toda clase de bocadillos, tampoco veo a los hoteles llorando por la existencia de salones de eventos, todos se acomodan a los nuevos tiempos, todos buscan cómo ganarse la vida y entre más oferta, mejor para el consumidor.



* http://www.repretel.com/deportes/expresidente-de-unafut-se-gana-la-vida-con-uber-17625
** http://www.ameliarueda.com/nota/el-taxista-se-cree-intocable-pero-tiene-que-cambiar.-uber-nos-abrio-ojos

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