jueves, 12 de noviembre de 2015

Lo que es ser de la minoría






El caso de Laura Florez-Estrada y Jazmín Elizondo encendió de nuevo el tema del matrimonio gay, un error de inscripción abrió la puerta para realizar la unión civil, no es mi intención debatir si es legal, si actuaron de mala fe, etc, sino  profundizar en una frase escrita por Jazmín en un artículo  publicado en La Nación "no consigo entender qué me hace tan diferente a las demás personas".*

Entiendo muy pero muy bien las palabras de Jazmín porque al igual que ella y que Laura, sé lo que se siente ser un bicho raro y no por mi orientación, porque soy heterosexual, o sea, normal según los ultraconservadores, pero sé lo es ser vista como persona que tiene cuatro cabezas y 20 brazos.

Les doy ejemplos concretos: no me molesta estar conmigo misma, no me mortifica ir sin compañía a comer, al cine o de viaje, no les puedo explicar la cantidad de cuestionamientos y miradas raras que recibo por esto, las caras que me hacen en un restaurante cuando ocupo una mesa y las veces que me he ido porque simplemente no me atienden; la expresión de quien está en la boletería del cine y me pregunta extrañado "¿quiere solo una entrada?" o cuando planeo un escapadita y como de costumbre,  solito es más caro.

Me critican a más no poder por andar en bus, porque toda una profesional a sus 35 años no tiene carro, ¿y qué? claro, es que hay que tener auto, es normal. 

También recibo críticas porque no soy adicta a las compras, es más, no soporto entrar a una tienda y comprar algo, que lo diga mi mamá, pero como soy mujer es obvio, es lógico que tenga millones de zapatos, blusas, maquillaje, bolsos, carteras, perfumes y todos de marca, no importa que no sepa diferenciar entre la izquierda y la derecha, pero sí entre un Victoria Secret y un Carolina Herrera, tener los caites y los pacholines más caros.

A varias personas les da el yeyo cuando se enteran que soy católica practicante y voy a misa, "¿a misa, usted va a misa?",  se defiende a ultranza lo natural según la Biblia, pero fin de  mundo que alguien ponga un pie en una iglesia, sea cual sea.

Quizás el juicio más cruel al que me veo expuesta es el de no querer ser madre y ojo, aquí viene lo vacilón  del tema, tampoco me quiero casar, pero eso me lo aplauden "mejor, qué pereza un marido, qué aburrido amarrarse a alguien y ver la misma cara todos los días, de por sí los matrimonios ya no duran, mejor solo que mal acompañado", sí, esa misma sociedad que condena la unión entre personas del mismo sexo y que a ustedes las critica por su valentía, ven la sagrada institución matrimonial como un yugo, ¿entonces, es bueno que una mujer heterosexual no quiera casarse pero malo que una pareja gay sí?

Como dije, los señalamientos y críticas más crueles son por no querer ser madre "la bendición más grande, el amor más puro y sincero, la felicidad completa, la razón de vivir, de ser mujer", etc, etc, etc, peeero, cuando expreso que si algún día se me despierta el instinto materno, primero queda Cartago campeón, adoptaría, aquí viene el otro patatús "¡cómo!, ¿cómo va a criar al hijo de otro?".

De nuevo, esa misma sociedad que lapida a las parejas que luchan por la FIV y que los tachan de egoístas por no querer adoptar, a mi me crucifica por considerarlo. ¡Ah sí!, también me ven raro porque estoy a favor del matrimionio gay y no soy homofóbica.

Por todo lo anterior, me considero minoría, ¿qué será ser mayoría?



*http://www.nacion.com/opinion/foros/Jazmin-Elizondo-ser-humano_0_1523647625.html

No hay comentarios:

Publicar un comentario