viernes, 24 de diciembre de 2010

Celebremos la Navidad

“Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de Yahve de los ejércitos hará esto”, Isaías 9:6.


Sí, celebremos el nacimiento de Jesús, celebremos el tener un techo, comida, trabajo, salario, salud, familia.

No es necesario ir a las tiendas a gastar la plata que muchas veces no se tiene para demostrar el afecto, no hay que tragar licor como desesperado para estar feliz, ni hay que comer hasta más no poder para dar las gracias.

No hay que poner un millón de luces y sobrecargar la instalación eléctrica para tener “espíritu navideño”, con una oración al Todopoderoso basta.

Si hoy le toca trabajar en la noche, dele gracias a Dios porque tiene un empleo digno con el que puede llevar el sustento a la casa; si la comida no le quedó como quería, ¡a quién le importa!, otros andarán en los basureros buscando con qué calmar su hambre.

Si terminó con su pareja y le va a dar por cantar “llega Navidad y yo sin tí” y tragarse hasta el agua de los floreros, mejor piénselo dos veces, porque otros estarán sufriendo la ausencia física de un ser querido.

Celebremos el cumpleaños del Salvador del mundo, del Hijo de Dios, celebremos con convicción y no con superficialidad, celebremos con el corazón y no con la billetera.

¡¡FELIZ NAVIDAD!!

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