Quienes me conocen saben que amo celebrar mi cumple, ese es
el día que planeo con mucho cuidado meses antes, hago y deshago en mi cabeza, ahorro para poder cubrir todos los
detalles y gastos (sí, probablemente soy la única persona en este mundo que no
espera que la inviten y le paguen la cuenta, como manda la norma social).
Pero en 2020 llegaba a los 40 y pasaba copiando ideas de
otras fiestas, por lo que el plan era aún más especial, tenía que ser LA celebración,
porque eran los 40.
El Covid-19 me vino a cambiar todos mis planes, algo que una
freak del control como yo no puede manejar de buena manera, pero me decía “ok
estamos en marzo, puede que en mayo ya la cosa cambie”.
Sin embargo conforme avanzaba el virus y las medidas, me fui
haciendo a la idea que la celebración sería 100% in house.
Pero también otros dos temas rondaban mi cabeza, el primero es que
hace unos 10 años yo organizaba una fiesta, invitaba unas 20 personas y llegaban,
a veces uno que otro paracaidista, pero muchos se casaron, llegaron los hijos,
cambiaron prioridades o su amistad conmigo ya no era tan fuerte como antes, por
lo que el grupo comenzó a disminuir.
Segundo, en esta situación actual y aunque por un milagro
las medidas de distanciamiento las hubieran levantado, ahorita las personas
tienen miedo y están limitando su presupuesto, por lo que si antes el grupo era
reducido, hoy lo hubiera sido más porque la salud es lo primero y eso nadie lo
discute.
En fin, no tuve la fiesta por la que casi pago, ni el día de
spa y ni tampoco el viaje que durante años soñé, no, no tuve el cumple que quería,
sino el que Dios quiso: llena de detalles, en casa con mi burbujo disfrutando
de una deliciosa cena hecha por él, llamadas, videollamadas, Zoom, abrazos a la
distancia.
Sí, me hicieron falta los abrazos, la celebración con mi
familia, eso es algo que el Zoom no puede darte, porque nada como el calor del
hogar, pero todos estamos completos y sanos, ya ahorita nos vemos otra vez
tomando todas las medidas del caso.
Sí, fue un cumple diferente, un cumple que me enseñó a no
planear tanto el mañana, ya que definitivamente no sabemos qué pasará, a dejar
de cubrir todas las bases pensando en que solo yo sé lo que quiero y dejar que
las cosas sigan su curso.
Debo admitir que contra todos los pronósticos, este ha sido
de los mejores cumpleaños y es que si hay algo que el Covid-19 nos está enseñando
es disfrutar del silencio, de la familia y de las pequeñas cosas.
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