Se puede decir que es una
continuación de la entrada anterior (http://ritacastrov.blogspot.com/2016/11/oh-hermosas-redes.html)…
juzgar es lo más sencillo que hay, es fácil hablar cuando la bronca no es mía o
cuando ya pasó y siempre sale a relucir el “yo conozco, yo hice, debieron”.
El tema de Gabriel Badilla: ese
domingo 20 de noviembre fue el presagio de la semana tan extraña que nos
esperaba, la noticia de por sí fue impactante, el vídeo que subió a redes
sociales Fabiola Herra desencadenó un circo romano y una cruzada sinceramente
patética.
Leer comentarios de “nada les
cuesta aplazar el entierro, el cuerpo sí se puede preparar, eso es fácil porque
se inyecta no sé qué, yo he ido a funerales donde el muerto tiene varios días,
cuando mi familiar murió”, etc, etc, etc, todos impartiendo cátedra, todos
expertos forenses, patólogos, todos pidiendo tiempo, todos opinando.
Mismo caso con el botón de Safe
que habilitó Facebook: polada, ridículos, payasos, bañazos, “mi hermano estaba
en medio huracán allá en niu jersy y usó el celular, mi tinieblo mandó mensaje
por clave Morse después del tsunami, el otro usó WhatsApp, deberían utilizar
otra forma, sí qué son vagos usando face”, etc.
Todos tenemos una opinión, aunque
en ocasiones ni se sabe lo que se habla, todos pasamos una experiencia, pero,
¿por qué mi experiencia tiene que ser la tuya?, es más, ¿por qué mi palabra
tiene que ser la ley y la verdad absoluta?
Si usted asistió a un funeral con
cara de nueve días o misa del mes, ¡felicidades!, si usted afrontó una
situación en donde ya tenían contemplado hacer eso en caso que un familiar
cercano falleciera para dar tiempo a quienes viven en el extranjero, bien, pero
aquí hablamos de un hombre de 34 años que murió de un infarto fulminante, que
estaba sano, que podía hacer ejercicio.
Si uno común y corriente dura sus
días asimilando la noticia del deceso de un familiar, imagínese ahora a los
papás y hermanos de Badilla que lidiaron con el impacto, cámaras, periodistas,
afición, “figuras públicas” y metiches.
Todos reaccionamos diferente,
actuamos distintos, nos bloqueamos o sacamos coraje no se sabe de dónde, su actuar
es y será diferente al mío, mi actuar en la misma situación no será igual al de
la vecina del frente.
Opinar detrás de una pantalla es
sencillo, decirle a la gente (en especial a la que no se conoce) qué hacer es
la cosa más fácil y aunque uno diga “yo estuve en su lugar” nunca será lo mismo,
repito, mi dolor y mi accionar es solo mío y nada más que mío.
¿Qué uno puede aconsejar?, sí,
pero no imponer; hablar en redes está de moda, tristemente le dieron espacio a
los idiotas, tal y como el gran Umberto Eco lo dijo tan acertadamente en una
entrevista, por lo que a veces es mejor calladito más bonito.
PD: ¿se acuerdan de los temblores
de la semana pasada cuyo epicentro fue en Cartago?, pues como medios
internacionales anunciaban casi un terremoto, un familiar que vive en el
extranjero nos llamó preocupados para saber si estábamos bien, su respuesta fue
“como esta vez no vi el Safe en Facebook me alarmé”, ¿polada o ayuda?, juzgue
usted.
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