Yo no soy mamá ni tengo
intenciones de serlo, mi instinto materno está junto al Titanic, no me siento
capacitada para educar un ser humano, hago esta aclaración antes que alguien me
linche y me diga que hablo sin saber.
En mi timeline veo como padres
orgullosos de sus hijos postean fotos: actos cívicos, partidos, ferias
científicas, sesiones de fotos por el mes de nacido, de un añito o simplemente
le tomaron una.
Estoy rodeada de increíbles
padres que le inculcan a sus hijos valores, que les enseñan a decir “buenos
días” o “gracias”, que se afanan por darle lo mejor de lo mejor, un día iba a
en el bus y un chiquito de unos 5 años le dijo al chofer “muchas gracias señor, que
Dios lo bendiga” y pienso qué bien educatido lo tienen.
En la universidad tengo
compañeros recién salidos del colegio que no saben escribir, les cuesta la
tabla del cero y los modales, mejor me muerdo la lengua, dan ganas de llorar, y
esos son los que sostendrán nuestro país.
Si eso me asusta, ver en las
noticias a colegiales agrediendo a otro y luego amenazando de muerte a vecinos
es espeluznante, ¿dónde están los papás, qué clase de ejemplo están viendo en
sus casas?, ¿qué grado de violencia ven
estos muchachos para replicarlo?, ¿ese adolescente que amenazó de muerte a
alguien será capaz de seguir una orden?, Dios, no me lo quiero imaginar en una
presa, en un banco y que el cajero le diga “no hay sistema”, ahí mismo lo
golpea.
Ver en los medios que un niño de
9 años agrede a otro por su peso al punto de empujarlo, escolares que queman
animales, o que en media pelea le arrancan la oreja a otro, al mejor estilo de
Las Vegas.
Sin embargo, los jóvenes solo
emulan lo que ven, lo que oyen, lo que leen en las redes sociales, porque basta
recordar el repertorio de insultos xenofóbicos que se suscitaron por el tema
del Himno Nacional de Nicaragua, que por cierto sigo esperando la invasión, los
comentarios atroces por el suicidio de la hija del dueño del Mall San Pedro,
por la implementación de la FIV, por el quehacer diario de los diputados, por
el tema de Eduardo Li.
Sí, como sociedad enseñamos
intolerancia, basta con ir al estadio para escuchar las agresiones verbales hacia equipo contrario y del árbitro; demostramos que las cosas se resuelven
a golpes porque la ley no hace nada, que quien tiene un poco más de dinero que
yo es un corrupto que merece la muerte porque me oprime y hay que eliminar
quien es diferente a mí.
¿De qué valen las fiestas de
cumpleaños por todo lo alto, las sesiones de fotos de recién nacido o del
añito, el mejor celular, la escuela privada, la de deportes, comprarse un carro
para llevarlo y traerlo para librarlo de un asalto, o pagarle un taxi o un Uber
porque me da pánico que se monte en bus?
Como sociedad se está criando “princesos”
no solo incapaces de defenderse, sino de respetar, nos preocupamos por el medio
ambiente, los océanos, la sostenibilidad, pero, dejamos de lado los valores.
Si no se corrigen estas
conductas, empezando por los adultos, no espera un futuro de terror y no, no
soy madre, pero temo por aquellos que apenas comienzan su camino en este mundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario