jueves, 21 de noviembre de 2013

Yo sí voy a ir a votar


Una de las cosas de las cuales me enorgullezco es la tradición y cultura electoral que me inculcaron desde pequeña, recuerdo a mi papá y a mi abuelito participar como miembros de mesa, asistir con mis primos a las elecciones infantiles, cuando aprendí a leer, mi papá me enseñó a usar el padrón electoral y siempre me decía: “cuidado se le ocurre venir a votar con la cédula en mal estado o vencida”, en mi mente maquinaba cómo iba a ser mi primer voto, eso sí, mi sueño era votar con mi papá y mi abuelito.

A los 14 años participé como guía de padrón, ahí me sirvió todo el entrenamiento electoral: recorrer los pasillos de 6 am a 6 pm, aguantar a personas de otro planeta porque parecía que en la vida habían votado, almorzar un arroz con pollo tieso, un fresco de sirope con sabor a suero, un pollo rechinante de grasa y una fruta, esa es la comida típica de elecciones y para que sepa bien, hay que sentarse en la acera o en un pasillo, porque sino, no le encontrás el gusto.

En las elecciones del 98 repetí mi papel, pero este  fue más especial porque me asignaron al centro de votación que le correspondía a mi abuelita y a mi tía abuela, así que a las dos las acompañé hasta la mesa.

2002 fue la primera vez que voté y que cubrí unas elecciones, señores, llegar al medio a las 4:30 am, andar todo el día con aquella merula de maquillaje en la cara, entrar a la cárcel de San Sebastián para ver la mesa y luego presenciar como oficiales de la Fuerza Pública custodiaban las papeletas fue ¡lo máximo!, como me dijo un colega, esas elecciones fueron especiales porque hubo segunda ronda.

En 2006 cumplí mi sueño, fui a votar con mi papá y mi abuelito, cuando llegamos a la escuela le dí mi cédula a un guía:
-         ¿Para qué le das la cédula si vos sabes buscarte en el padrón?, me preguntó extrañado papi.
-         Porque yo quiero que me lleven a la mesa, le dije con voz de chineada (triple puntaje en el polómetro para mí, ¿y qué?)

2010, pues esos comicios fueron especiales porque estuve del lado de un candidato, una experiencia maravillosa por todo lo vivido y por las personas tan lindas que conocí, y para el olvido por… mejor lo dejo así.

¿Y para qué cuento todo eso?, pues para decirles que yo sí voy a ir a votar, que le agradezco a Dios vivir en un país en donde los gobernantes se deciden en las urnas y no con las armas, en donde hasta los prisioneros ejercen el voto.

Tenemos 13 candidatos señores, 13 personas que si bien es cierto no son perfectos porque son tan humanos como nosotros, tienen propuestas para nuestra tiquicia.

Somos la democracia más antigua de Latinoamérica, somos ejemplo a nivel mundial en materia electoral, sintámonos orgullosos de ello y así como hay personas que se organizan para ir al centro de San José y a cierto cantón alajuelense para ver desfilar unos camiones adornados y un aterro de borrachos montados en unos caballos, pues deberían también informarse sobre las propuestas y organizarse para ir a votar.

Yo sí voy a ir a votar y más que votar por un candidato, voy a votar por mi país.

Yo sí voy a ir a votar.


sábado, 7 de septiembre de 2013

10 cosas que me sacan de quicio... ¿y a vos?





Todos tenemos nuestro carácter, algunos somos como una alka-seltzer, por cualquier cosa nos enojamos, otros son más tranquilos y por ende tolerantes, pero siempre hay ciertas cosas que nos convierten en  el gemelo de Sheldon Cooper, yo me declaro una de ellas, es por ello que a continuación comparto con ustedes las 10 cosas que me sacan de mis casillas:


  1. El constante sonar de la alarma de un carro y ojalá en la pura noche cuando uno trata de conciliar el sueño, qué cosa más desesperante por Dios.
  2. Viajar en un bus con las ventanas cerradas, peor si está lloviendo y encima, aguantar el olor a pollo frito.
  3. Personas que te dejan hablando sola por tener la nariz metida en el bendito teléfono celular, como si les fuera a dar un infarto si lo tienen guardado.
  4. Timbres de celular o ringtones  (para los que no saben español) de "melodías" de reggaeton, swing criollo, niños llorando, animalitos llorando o voces diciendo: "¡¡tienes una llamada!!" o "¡¡sácame de aquí!!"
  5. Preguntadera constante de todo lo que haces: ¿y por qué, y a qué fuiste, con quién fuiste, y qué?
  6. Personas que sin conocerte te cuentan su vida y milagros, y para colmo, no ordenan las  ideas, así que te hacen una ensalada de relatos que al final no entendiste o captaste la cuarta parte: "y vieras que fui a tal lugar, entonces me bajé del taxi, y Fulanito me pasó contando de cómo lo engañó la mujer, ah, es que así se llama el taxista, guapillo el chiquillo" y blablablablabla.
  7. Hacer una simple pregunta y oír una eterna explicación, la cual, en el 99% de las ocasiones, no está relacionada con lo que querías saber. Esto también aplica para aquellos que te cuentan su agenda solo para decir "no puedo ir".
  8. Que me digan señora, eso lo ¡¡odio!!, así que opto por no contestar cuando escucho esa palabrita.
  9. Ver en el Facebook fotos de operaciones, cicatrices o golpes, por Dios, un poquito de glamour, dejen eso para su expediente médico. Ah, y sin herir susceptibilidades, tampoco resisto a las amas de casa desesperadas que cuentan que ya barrieron, limpiaron y le cocinaron la comida a su amado maridito, y menos a los que se la pasan posteando mensajes tan dulces que a uno le da un coma diabético.
  10. Que venga un tipo y me diga: princesa, reina, muñeca, bebé... 

Sí, un poco amargada, un poco extremista, ¿pero me van a decir que a ustedes no lo saca de quicio alguna de estas cosas?

viernes, 28 de junio de 2013

La delgada línea entre criticar y difamar






Pocas veces me gusta conversar sobre política porque este tema, al igual que el fútbol y la religión, enciende demasiadas pasiones y posiciones sumamente encontradas, sin embargo, con el tema de la Señora Presidenta de la República Laura Chinchilla, la demanda por delitos contra el honor y el monitoreo de las redes sociales, voy a expresar mi opinión, y puede que me gane uno que otro comentario marca diablo.

Uno de los pasatiempos favoritos de los ticos es criticar y hasta insultar a los políticos de turno, crecemos con esa costumbre: “es que fulanito es un ladrón, zutanito se robó tanto, solo para eso se meten a la política, para ganar plata fácil”, estos comentarios los escuchamos en nuestras familias, barrios, en el bus, en la calle, en la soda y en cualquier lugar de este mundo, ¿o me equivoco?

Ahora con las redes sociales, este mal llamado derecho de libertad de expresión cobra más relevancia, porque ya no solo hago el comentario en la acera de mi casa, sino que lo hago en una red social (sea cual sea) y si el objeto de mi crítica o malestar no pasa por un buen momento, recibo aquella avalancha de aceptación.

En periodismo, nos enseñaron que hablar es muy fácil y que el papel aguanta todo lo que le pongan, pero que siempre debíamos presentar pruebas que respaldaran nuestras palabras.

Laura Chinchilla, como ciudadana, quiere entablar acciones legales porque su honor, de acuerdo a su criterio fue herido, ¿acaso si a alguno de nosotros, simples mortales, viene otro y escribe en nuestro muro o en el suyo insultos, o nos llama ladrones nos vamos a quedar de brazos cruzados?, no verdad. ¿Monitorear las redes sociales va en contra de la ley?, pues a mi criterio no, ¿qué acaso no hacemos lo mismo para enterarnos qué pasa?

Si la demanda prospera, sentará un precedente, igual que el fallo del Juzgado Tercero Civil de San José en favor de un ciudadano, el cual demandó por daño moral a una entidad bancaria privada por llamarlo a su celular para ofrecerle una tarjeta y lo único que faltó fue que a este muchacho lo nombraran hijo predilecto y mariscal del Festival de la Luz.

¿Si Chinchilla fuera hombre, lo criticarían tanto?, ¿en este país se está prohibiendo el acceso a Internet y a las redes sociales?, ¿se está enviando a cada tico un reglamento sobre qué publicar y qué no? Creo que si ella fuese una desconocida, sería heroína nacional y le dirían “no se deje”

Sí señores, vivimos en un país libre, soberano e independiente, donde cada cuatro años elegimos a nuestros gobernantes, pero en mi criterio, libertad de expresión, crítica destructiva, insultos y opinar con las bilis no son ni serán sinónimos.







martes, 28 de mayo de 2013

Buen viaje Kike






"En honor a la verdad el asunto es muy serio, pero voy a dar la pelea, sólo le pido a Dios me dé fuerza", esa fue la última conversación que tuvimos, precisamente el día de mi cumpleaños.

Fuiste un gran amigo y un gran profesor de periodismo y política, tuviste una vida llena de matices, te pasaba cada cosa más extraña y conocías cada personaje: "¿a qué manicomio te metés a hacer amigos?", te pregunté varias veces y siempre soltabas la carcajada y respondías: "yo sí que conozco gente rara". Era lo mismo con tus anécdotas, por algo mi tío Lucho decía que vos tenías que escribir un libro de tu vida.

Nunca tuviste miedo, afrontabas la vida, no te complicabas, le encontrabas solución a los problemas, como la vez que nos quedamos sin carro para los Juegos Nacionales de San José.

Me ensañaste que un periodista es ante todo persona, debía tener colmillo y olfato, ver más allá del bosque  y mantener la compostura. Me explicaste la política desde el punto de vista de un partidario, de todo lo que se cocinaba a lo interno y de que las reglas cambiaban a cada rato.

Tu corazón estaba dividido entre la Liga Deportiva Alajuelense y el Barrio México, quisiste la Segunda División y los Juegos Nacionales como nadie, realizaste tu sueño de tener tu propio medio.

Es complicado definirte como persona, solo puedo decir que fuiste un gran padre, amigo, hijo, hermano, profesor. Además de amante del café y del cigarro.

Muchas veces me dieron ganas de ahorcarte, te reclamaba esa calma y paciencia franciscana que te caracterizaban, cuando me contabas alguna anécdota que involucraba a tu mamá, yo expresaba: "tu santa madre a quien nunca conocí pero cómo la quiero", o "tus exesposas, algún día las quiero conocer y decirles que                                       soy la presidenta de su club de fans".

Te despediste a tu manera y yo lo hago a la mía, escribiendo en el blog como la periodista que soy, buen viaje Kike, ya estás al lado de tu mamá y de la mujer que nunca dejaste de amar, ahora cuidarás a tus hijos y a tus nietos desde el cielo, y ya sabe lo que le pedí cabrón y sé que lo vas a lograr, porque tenés una "hablada".

Gracias por todo Enrique Valverde.

Con cariño: tu Ritina

domingo, 28 de abril de 2013

La freak que viaja sola, ¿y?

Anfiteatro Romano, Mérida, España.




Tenía muuuucho rato de no escribir en el blog, una combinación de trabajo y cansancio mental provocados por factores externos me "chupaban" la energía, sin embargo, aquí estoy, tarde pero segura.

Uno de mis sueños es viajar, conocer distintas culturas, idiomas, probar toda clase de comidas, eso sí, no pretendo irme de mochilera, no señor, soy demasiado delicada y necesito una cama y un baño para mi solita.

Recientemente logré realizar uno de mis sueños: conocer España, primero iba a ir con mi mamá y luego ella me dijo que mejor fuera yo sola, algo que no es nada nuevo ya que acostumbro hacerlo, pero al parecer, en pleno tercer milenio y siglo XXI, las personas siguen con mentalidad tercer mundista y no entienden cómo alguien puede salir sin compañía, en especial una mujer y enfrentarme a la batería de preguntas estúpidas me hizo darme cuenta que soy, en cierta forma, un bicho raro, o una freak y me siento muy feliz de serlo.

"¿Pero cómo sola, qué va a hacer allá, y cómo va a llegar al hotel y las comidas, con quién va a hablar, quién la va a cuidar?", a ver, me cuida Dios, voy conmigo, voy a conocer y para algo existen los taxis y los teléfonos, y cuando las personas notaban que tenía respuesta a todas las "interrogantes" finalizaban con un: "qué valiente, yo no podría, eso me lo dijeron varios hombres.

Y así lo hice, a pesar de mi miedo a las alturas y lugares cerrados, por primera vez me monté sola en un avión (y cuando digo sola es sin familiares o amigos a la par), enfrenté  casi 20 horas de vuelo (ida y vuelta), crucé el charco y disfruté de las hasta hoy mejores vacaciones de mi vida, pero lo más delicioso fue pasar tiempo conmigo misma en un lugar totalmente ajeno: caminar por un monstruo de aeropuerto, enfrentar un clima de entre 8 y 18 grados, sentarme como una lugareña a pedir una copa de vino y un plato del que no tenía ni idea de que era, conversar con gente a las que les parecía lo más normal del mundo que estuviera de vacaciones sola y escuchar de otros turistas "¡es de Costa Rica, lindo país!".

Dejemos nuestros miedos y el "qué dirán" de lado, salgamos de la media, atrevámonos a ser freaks y se llevarán una gran sorpresa de lo que pueden lograr.