Una de las cosas de las cuales me enorgullezco es la
tradición y cultura electoral que me inculcaron desde pequeña, recuerdo a mi
papá y a mi abuelito participar como miembros de mesa, asistir con mis primos a
las elecciones infantiles, cuando aprendí a leer, mi papá me enseñó a usar el
padrón electoral y siempre me decía: “cuidado se le ocurre venir a votar con la
cédula en mal estado o vencida”, en mi mente maquinaba cómo iba a ser mi primer
voto, eso sí, mi sueño era votar con mi papá y mi abuelito.
A los 14 años participé como guía de padrón, ahí me sirvió todo
el entrenamiento electoral: recorrer los pasillos de 6 am a 6 pm, aguantar a
personas de otro planeta porque parecía que en la vida habían
votado, almorzar un arroz con pollo tieso, un fresco de sirope con sabor a
suero, un pollo rechinante de grasa y una fruta, esa es la comida típica de
elecciones y para que sepa bien, hay que sentarse en la acera o en un pasillo,
porque sino, no le encontrás el gusto.
En las elecciones del 98 repetí mi papel, pero este fue más especial porque me asignaron al centro
de votación que le correspondía a mi abuelita y a mi tía abuela, así que a las
dos las acompañé hasta la mesa.
2002 fue la primera vez que voté y que cubrí unas
elecciones, señores, llegar al medio a las 4:30 am, andar todo el día con
aquella merula de maquillaje en la cara, entrar a la cárcel de San Sebastián
para ver la mesa y luego presenciar como oficiales de la Fuerza Pública custodiaban las
papeletas fue ¡lo máximo!, como me dijo un colega, esas elecciones fueron
especiales porque hubo segunda ronda.
En 2006 cumplí mi sueño, fui a votar con mi papá y mi
abuelito, cuando llegamos a la escuela le dí mi cédula a un guía:
-
¿Para qué le das la cédula si vos sabes buscarte en el
padrón?, me preguntó extrañado papi.
-
Porque yo quiero que me lleven a la mesa, le dije con
voz de chineada (triple puntaje en el polómetro para mí, ¿y qué?)
2010, pues esos comicios fueron especiales porque estuve del
lado de un candidato, una experiencia maravillosa por todo lo vivido y por las
personas tan lindas que conocí, y para el olvido por… mejor lo dejo así.
¿Y para qué cuento todo eso?, pues para decirles que yo sí
voy a ir a votar, que le agradezco a Dios vivir en un país en donde los
gobernantes se deciden en las urnas y no con las armas, en donde hasta los
prisioneros ejercen el voto.
Tenemos 13 candidatos señores, 13 personas que si bien es
cierto no son perfectos porque son tan humanos como nosotros, tienen propuestas
para nuestra tiquicia.
Somos la democracia más antigua de Latinoamérica, somos
ejemplo a nivel mundial en materia electoral, sintámonos orgullosos de ello y
así como hay personas que se organizan para ir al centro de San José y a cierto
cantón alajuelense para ver desfilar unos camiones adornados y un aterro de
borrachos montados en unos caballos, pues deberían también informarse sobre las
propuestas y organizarse para ir a votar.
Yo sí voy a ir a votar y más que votar por un candidato, voy
a votar por mi país.
Yo sí voy a ir a votar.
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