domingo, 28 de abril de 2024

𝐂𝐮𝐢𝐝𝐚𝐝𝐨 𝐜𝐨𝐧 𝐥𝐨𝐬 𝐞𝐱𝐭𝐫𝐞𝐦𝐨𝐬

 





“Soy emprendedor porque me niego a trabajar para otro”, “qué dichoso (a) que tiene su negocito y ya no aguanta un mal jefe” y así por el estilo son las frases que adornan el ser emprendedor: lo idealizan al máximo, mientras que tratan como poco visionarios a quienes trabajan para una empresa, pero yo por lo menos, pienso que ese pensamiento es 100% erróneo.


Ser emprendedor no es nada lindo ni romántico, es un camino lleno de sacrificios y soledad, sí, porque se tiene que estar 200% metido en el negocio, desde hacer los trámites, llenar papeles, hablar con proveedores, buscar clientes, trabajar fines de semana, olvidarse de tiempo libre, de compartir con su círculo social, usted abre y cierra, usted produce y entrega, los primeros meses se aprende, se llora, se pagan facturas, y al final, no queda ni para comprarse un confite.

Ya no hay jefes, pero sí pagos que hacer, proveedores que hacen lo posible por venderte mercadería que no necesitás pero te juran que será un éxito en ventas y algunos clientes groseros.

Ser colaborador de una empresa no hace a nadie poco visionario, al igual que el emprendedor, esa persona se levanta todos los días a trabajar, sí, gana un salario, pero puede que después de repartir plata, al final tampoco le quede ni para un confite.

No nos vayamos a los extremos, son malos, no hay receta perfecta, lo que me funciona a mi, a usted puede que no; igual que lo que a usted le sirve, a mi no tanto, así que cambiemos el chip y moderemos los comentarios, porque todos aprendemos de todos.

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