Para mi ir de compras nunca ha sido fácil, mis medidas y mis
amigas 38 C impiden que vaya a una tienda normal, tengo que ir a una talla plus
y peor cuando últimamente me dicen “este es el departamento juvenil, el de
señoras está por allá”, ¿señora?; ¡pero si me acabo de teñir las canas!!
Es normal que al acercarse el fin de año, hagamos una lista
de propósitos los cuales cumpliremos la mitad y si hay algo que este 2020 nos
enseñó es que nada, pero nada está escrito en piedra y que en cuestión de
segundos, todo cambia.
Recuerdo que en una de mis tantas sesiones con la psicóloga,
hice una lista de metas, las cuales incluían mi sueño de volver a usar una
blusa M, claro, la última vez que me puse una, tenía 13 años.
Cada 30 o 31 de diciembre, hacemos una lista de propósitos,
tenemos nuestros rituales de año nuevo, pedimos a Dios en medio del jolgorio
que nos ayude a cumplirlos, pero como me dijo mi querida psicóloga una vez “a veces, tenemos
que hacer la paz con lo que no nos gusta y aceptarlo”.
Yo sé que por más dietas y ejercicios que haga, nunca
volveré a una talla M y me tocará ver de lejitos la ropa más linda; que por más
que me tiña el cabello, ya 40 años se notan.
Para el 2021, más que metas, deseo que el Padre Bueno me
brinde la fuerza necesaria para aceptar lo que no puedo cambiar (una de las
frases de la oración de la serenidad), hacer las pases y decir “next!”
Y vos, ¿ya aceptaste lo que no podés cambiar?
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