martes, 22 de noviembre de 2011

Remendando la vasija

Somos una vasija, somos un pedazo de barro y el Alfarero nos moldea, nos da forma, nos adorna y nos pone en determinado estante para lucirnos y cumplir con nuestro propósito.

Pero, en cualquier momento nos quebramos, nos caemos o nos hacen caer, y el Alfarero, en vez de desecharnos, nos mete en el horno para arreglarnos, y ese horno quema, duele, preguntamos con lágrimas en los ojos “¿qué no era más fácil agarrar la goma?”, pero no, porque al Alfarero no le gusta hacer nada a medias, sino que le gustan las cosas bellas, por eso nos mete al horno, para formarnos nuevamente, para reinventarnos y para dejarnos más fuertes y más bellos de lo que éramos antes de quebrarnos.

Dejarse forjar por el Alfarero cuesta, sentir ese dolor sin reclamar no es nada fácil, adornar las heridas no es nada sencillo.

¿Cuántas veces hay que pasar por el horno?, eso solo el Alfarero lo sabe, pero tengamos la certeza de que ese dolor no es por diversión, no es solo porque le dio la gana, sino para formarnos, prepararnos y fortalecernos.

Somos una vasija, somos barro y estamos en las manos del Alfarero, dejémonos moldear y chinear por Él.

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