Normalmente el 31
de diciembre me causa cierta ansiedad, recuerdo que el año pasado estaba viendo
el resumen de noticias y tuve un presentimiento: “son ideas mías”, me dije, sin
imaginarme la montaña rusa que me esperaba.
La muerte de mi
abuelita me sacó de balance, sencillamente hizo que me desconectara por unos días
del mundo y estuviera como en una especie de limbo por algunos meses.
Y justo cuando mi
mente comenzaba a estabilizarse, otras personas cercanas a mi iniciaron su
Pascua eterna y cada vez que me enteraba del fallecimiento de alguien yo me
preguntaba “¿y ahora quién sigue?”.
A esto le sumo
otra serie de temas que me llevaron a padecer un cuadro agudo de estrés,
con su incapacidad de tres días: “baje el ritmo”, me decía el médico mientras
trataba de normalizarme la presión…
Sí 2021: fuiste
sencillamente desgastante, por un momento pensé en dejarlo todo y salir
corriendo, pero una vez más Dios me dio las fuerzas necesarias para salir
adelante y nunca me soltó de la mano.
Gracias porque me ayudaste a entender muchas cosas y
a soltar otras, y aunque me quebraste el alma, gracias.
Hagamos un trato
2022: des-pa-ci-to con las sorpresas, recordá que no son muy buena con ellas,
es más, recordá que yo de las que busca la sinopsis de la película o se lee
primero el final del libro. Así que por favor, despacio y con buena letra, no quiero más visitas a la clínica.
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