miércoles, 29 de diciembre de 2021

2021: un año emocionalmente agotador

 



Normalmente el 31 de diciembre me causa cierta ansiedad, recuerdo que el año pasado estaba viendo el resumen de noticias y tuve un presentimiento: “son ideas mías”, me dije, sin imaginarme la montaña rusa que me esperaba.

La muerte de mi abuelita me sacó de balance, sencillamente hizo que me desconectara por unos días del mundo y estuviera como en una especie de limbo por algunos meses.

Y justo cuando mi mente comenzaba a estabilizarse, otras personas cercanas a mi iniciaron su Pascua eterna y cada vez que me enteraba del fallecimiento de alguien yo me preguntaba “¿y ahora quién sigue?”.

A esto le sumo otra serie de temas que me llevaron a padecer un cuadro agudo de estrés, con su incapacidad de tres días: “baje el ritmo”, me decía el médico mientras trataba de normalizarme la presión…

Sí 2021: fuiste sencillamente desgastante, por un momento pensé en dejarlo todo y salir corriendo, pero una vez más Dios me dio las fuerzas necesarias para salir adelante y nunca me soltó de la mano.

Gracias  porque me ayudaste a entender muchas cosas y a soltar otras, y aunque me quebraste el alma, gracias.

Hagamos un trato 2022: des-pa-ci-to con las sorpresas, recordá que no son muy buena con ellas, es más, recordá que yo de las que busca la sinopsis de la película o se lee primero el final del libro. Así que por favor, despacio y con buena letra, no quiero más visitas a la clínica.


domingo, 17 de octubre de 2021

Lo que el COVID nos ha quitado

 




Yo tenía la costumbre de ir una vez al mes a almorzar donde mis abuelitos, celebrar mi cumpleaños, sus cumpleaños, los de la familia, la navidad, día de la madre, día del padre, etc.

Abue Rel falleció hace cinco años y esa tradición no desapareció, porque disfrutaba a mi abue Sina al máximo, era la única que me quedaba. 

Cuando inició esto del COVID-19 aplicamos el distanciamiento social, seguíamos en contacto, seguían las videollamadas, pero faltaba el abrazo, el beso, algo que el celular no puede darte.

En abril de este año ella tuvo su esquema de vacunación completo, yo estaba esperanzada en que ya nos íbamos a ver, pero no, la señora dijo que hasta que fuera seguro para todos.

Y el jueves 27 de mayo, para sorpresa, Dios la llamó a su lado... y es ahí cuando entendés lo cruel de la frase "mañana lo hacemos", "ahora lo vemos", "mejor esperamos", cuando literalmente no hay mañana.

El COVID nos quitó momentos en familia, me arrebató un año que nunca recuperaré, me impidió ese último abrazo, ese último beso, no pudimos abrazarnos como familia, y al cementerio solo 10 ingresamos y una hora, o sea, ni el luto podés vivir.

Ella murió de causas naturales y yo aún no supero lo de las 10 personas en el cementerio, no puedo imaginarme el dolor y la impotencia de quienes han tenido que despedir a uno o más seres queridos mediante una llamada, ver su cuerpo y no abrazarlo, llegar al cementerio y ni siquiera poder respirar por andar con la mascarilla puesta.

En nosotros está terminar con esto para volver a la normalidad, para volver a abrazar, para seguir construyendo recuerdos y honrar la memoria de quienes ya no están.



domingo, 28 de febrero de 2021

Las lecciones de la nueva normalidad

 





Nueva normalidad, burbuja social, distanciamiento... son tres términos que la Covid-19 nos dejó, antes de eso ni notábamos lo que era normal, pero nos molestaban los cambios de reglas. La burbuja era el grupo o la pelota de amigos y familiares, y el distanciamiento era ser odioso, pero todo eso cambió.

Yo extraño reunirme, abrazar, besar a mis seres queridos, compartir con ellos, no soporto la mascarilla y peor cuando me empaña los lentes, ojalá ir al super y no poder ver un precio y ya andar sofocado por tenerla puesta.

Pero hay cosas que no extraño y que más bien deberíamos adoptar cuando esto pase, la primera es el teletrabajo y dejar el carro guardado, es una belleza andar en la calle y no ver presas.

La segunda es el aforo, es divino entrar a un lugar que no está a reventar, donde se puede caminar con tranquilidad, que no parece la sucursal de las fiestas de Palmares.

La tercera es la virtualidad, muchos economizan tiempo de traslado a clases o reuniones gracias a la conexión, esto es algo que no debemos perder.

Por supuesto, tampoco hay que olvidar las medidas de higiene, las cuales se siguen sí o sí.

¿Y vos, qué vas a adoptar de la nueva normalidad?