“¡Este año sí que he llorado!”, dije un día de agosto secándome las
lágrimas… si hay una palabra para describir mi 2018 sería “emocional” y es que
curiosamente las famosas pintas de enero se cumplieron, así que sea creencia
tiene algo de cierto.
El repaso comienza justo en enero, cuando me tocó tomar la decisión de
volar del nido e irme a vivir con mi cómplice de vida, siempre he sido una
mujer independiente y me he costeado mis gastos, pero esta vez sí tuve que
emplearme a fondo, en especial con ciertas tareas como las domésticas, las
cuales odio.
Cuando me estaba acomodando, abril me recibió de la peor manera con la
muerte de mi tía Yamileth, una despedida para la cual no estaba lista y me tocó
apechugar, ahí comencé con mi lloradera, la cual me duró como mes y medio,
entré como en una especie de depresión que por todo discutía, por todo me
enojaba, por todo lloraba.
El momento tierno y que me hizo
llorar de felicidad fue mayo, en mi cumpleaños cuando Luis planeó una fiesta
sorpresa y aunque hizo un buen trabajo manteniéndola en secreto, mi radar la
detectó, gracias amor por tan lindo detalle.
Al mes siguiente se me presentó la oportunidad de integrarme de forma
temporal a un proyecto laboral, tuve que volver a acomodarme a la rutina de una
oficina, a madrugar, estar metida en presas y ahora sí, llegar a la casa a
cocinar, todo eso me costó un mundo y en ocasiones me puse llorar del cansancio
y del mismo estrés.
Agosto fue el mes cumbre, ya que asistí a un retiro el cual fue todo un
reto a nivel emocional, enfrentarme con mis miedos, mis secretos y soltar,
dejar ir una cruz que cargué por cuatro años y que me estaba carcomiendo.
Setiembre fue intenso a nivel laboral, ya que junto a un extraordinario
equipo de compañeros enfrenté uno de los retos labores más grandes de mi
carrera: la Semana de la Comunicación, creo que fue la primera vez que trabajé
en equipo, aprendí, cometí errores, lloré y lo logré, eso sí, no tengo ganas de
organizar pero ni un rezo del Niño.
¿Y octubre, noviembre y lo que llevamos de diciembre?... acomodarme a la
nueva rutina.
¿Qué te puedo decir 2018?, me quebraste, sacaste lo mejor, lo peor y lo que
nadie quiere ver, así que gracias, gracias por todas las lecciones, los
recuerdos y las experiencias… suena bien corriente y polo, pero venga 2019,
porque… this girl is on fire!!!
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