viernes, 9 de diciembre de 2016

“Es que súper yo…”

Se puede decir que es una continuación de la entrada anterior (http://ritacastrov.blogspot.com/2016/11/oh-hermosas-redes.html)… juzgar es lo más sencillo que hay, es fácil hablar cuando la bronca no es mía o cuando ya pasó y siempre sale a relucir el “yo conozco, yo hice, debieron”.

El tema de Gabriel Badilla: ese domingo 20 de noviembre fue el presagio de la semana tan extraña que nos esperaba, la noticia de por sí fue impactante, el vídeo que subió a redes sociales Fabiola Herra desencadenó un circo romano y una cruzada sinceramente patética.

Leer comentarios de “nada les cuesta aplazar el entierro, el cuerpo sí se puede preparar, eso es fácil porque se inyecta no sé qué, yo he ido a funerales donde el muerto tiene varios días, cuando mi familiar murió”, etc, etc, etc, todos impartiendo cátedra, todos expertos forenses, patólogos, todos pidiendo tiempo, todos opinando.

Mismo caso con el botón de Safe que habilitó Facebook: polada, ridículos, payasos, bañazos, “mi hermano estaba en medio huracán allá en niu jersy y usó el celular, mi tinieblo mandó mensaje por clave Morse después del tsunami, el otro usó WhatsApp, deberían utilizar otra forma, sí qué son vagos usando face”, etc.

Todos tenemos una opinión, aunque en ocasiones ni se sabe lo que se habla, todos pasamos una experiencia, pero, ¿por qué mi experiencia tiene que ser la tuya?, es más, ¿por qué mi palabra tiene que ser la ley y la verdad absoluta?

Si usted asistió a un funeral con cara de nueve días o misa del mes, ¡felicidades!, si usted afrontó una situación en donde ya tenían contemplado hacer eso en caso que un familiar cercano falleciera para dar tiempo a quienes viven en el extranjero, bien, pero aquí hablamos de un hombre de 34 años que murió de un infarto fulminante, que estaba sano, que podía hacer ejercicio.

Si uno común y corriente dura sus días asimilando la noticia del deceso de un familiar, imagínese ahora a los papás y hermanos de Badilla que lidiaron con el impacto, cámaras, periodistas, afición, “figuras públicas” y metiches.

Todos reaccionamos diferente, actuamos distintos, nos bloqueamos o sacamos coraje no se sabe de dónde, su actuar es y será diferente al mío, mi actuar en la misma situación no será igual al de la vecina del frente.

Opinar detrás de una pantalla es sencillo, decirle a la gente (en especial a la que no se conoce) qué hacer es la cosa más fácil y aunque uno diga “yo estuve en su lugar” nunca será lo mismo, repito, mi dolor y mi accionar es solo mío y nada más que mío.

¿Qué uno puede aconsejar?, sí, pero no imponer; hablar en redes está de moda, tristemente le dieron espacio a los idiotas, tal y como el gran Umberto Eco lo dijo tan acertadamente en una entrevista, por lo que a veces es mejor calladito más bonito.


PD: ¿se acuerdan de los temblores de la semana pasada cuyo epicentro fue en Cartago?, pues como medios internacionales anunciaban casi un terremoto, un familiar que vive en el extranjero nos llamó preocupados para saber si estábamos bien, su respuesta fue “como esta vez no vi el Safe en Facebook me alarmé”, ¿polada o ayuda?, juzgue usted.