miércoles, 30 de marzo de 2016

Y sigo con la cantaleta de Buen Día

El post de mi amiga Irene Rodríguez me llamó poderosamente la atención: estaba indignada por una entrevista que el programa Buen Día realizó ese lunes en la mañana y al leer los comentarios, tuve que dar click en el enlace, quedé con la boca abierta.

“¿Qué cosas espantan a los hombres de las mujeres?” era el tema, patético desde un inicio por cierto, luego presentaban a mujeres al parecer independientes y trabajadoras que no encontraban pareja.

No me voy a poner a contar la “entrevista”, creo que todos la hemos visto, sí debo apuntar que primero nunca hablaron del tema, se les hizo un “arroz con mango”, los tres “invitados”, la experta y el periodista hablaron de todo, menos de eso.

Los 20 minutos de “conversación” fueron para que los cuatro panelistas dejaran en claro que el hombre paga, invita, llama, está obligado a tener la iniciativa; la mujer tiene que ser chineadora y sumisa. Censuraron a las damas que corren con sus gastos o que llegan por sus medios a una cita, incluso a aquellas que entablan conversación con la persona que les atrae, porque eso las hace ver como “atacadas y desesperadas”.

El gancho al hígado, en lo personal, fueron las declaraciones de la modelo Catalina Mendieta, diciendo que una mujer, mientras no esté casada, tiene que producir, es sumisa al hombre, lo apoya en las decisiones y se queda callada aunque esté cometiendo un error.

La cereza en el pastel, la psicóloga al afirmar que en el fondo todas las mujeres desean ser esposas y madres, es mentira cuando dicen lo contrario ya que no se quieren quedar solas.

Ese tema de la obediencia a ciegas me parece espantoso, sin embargo no soy casada, nunca lo he estado y no puedo opinar con conocimiento de causa, pero los comentarios de amigas que sí lo están externando su molestia por semejante insinuación no se alejan de mi forma de pensar: que la pareja es un equipo y ambos deciden, lo que afecta a uno repercute en el otro.

Siento que el ataque fue a esa mujer sin miedo, que se enfrenta todos los días al mundo y rompe esquemas, por eso pregunté en mi facebook qué es una mujer independiente, esta son las respuestas:
 Tomar decisiones, no depender emocionalmente ni económicamente de nadie, con deseos de superación, que sabe que es una persona completa, repito, siento que eso fue lo que se criticó.
Ahora, volví a preguntar si una mujer empoderada espantaba a un hombre, solo tuve tres respuestas y reproduzco las únicas dos con contenido:

Cada quien tiene su forma de pensar, pero decir que la mujer mientras esté soltera tiene que trabajar me parece un retroceso y desestima el esfuerzo que todos los días realizan miles de damas que laboran fuera de sus hogares, van a la universidad o a cursos, se preparan, están planeando montar su propia empresa o son sus jefas.

Asegurar que una fémina se casa solo por no quedarse sola es otro terrible argumento, de nuevo, desmeritar el matrimonio, insinuar que la decisión se tomó por miedo y no porque yo como mujer quiero seguir construyendo mi proyecto de vida y formar otros al lado de esa persona que elegí como compañero (a).

¿Qué hay mandonas?, sí, todos tenemos a esa amiga, conocida o familiar que o se hace lo que ella dice o se hace lo que ella dice. ¿Mujeres que esperan que el hombre pague todo?, sí; ¿controladoras y celosas?, también, para mi última relación formal una amiga me aconsejó que le revisara a él su correo electrónico, mensajes y llamadas, también que me hiciera amiga de los vecinos y familia para que me informaran a qué hora entraba y salía de la casa, no es broma, se los juro por Chayanne.

Todavía hay camino que recorrer hacia la equidad y el respeto mutuo, damos pasos, exigimos espacios, pero también debemos cambiar discursos y aprender de los demás, dejar ese pleito absurdo entre machismo y un mal entendido femenismo que a nada nos lleva, solo a pegar cuatro gritos.

Por cierto, no cederle un asiento a una mujer embarazada, ayudar con bolsas o a cambiar una llanta no es por el feminismo, sino por falta de educación.




miércoles, 16 de marzo de 2016

Y en pleno Siglo XXI

Este mundo camina a pasos agigantados, lo que hoy es moda, mañana ya no lo es, la comunicación es instantánea, no existen fronteras, se supone que estamos más educados, sin embargo, en pleno siglo XXI, me sorprende que:

  • Existan personas, habitantes de la GAM principalmente, que nunca se hayan montado en un bus.
  • No conozcan San José.
  • No sepan dónde queda el Teatro Nacional, el Melico Salazar, la Plaza de la Cultura, la Catedral Metropolitana ni el Parque de La Merced.
  • Desconozcan cómo luce el Estadio Nacional, ese donado por los chinos  donde se hacen partidos y conciertos.
  • Se acerquen a un centro electoral a preguntar “¿es cierto que cierran a las 6 de la tarde?”
  • Lleguen sin cédula a votar
  • Posean un teléfono inteligente y no contesten mensajes ni correos electrónicos
  • Por el contrario, saben cómo enviar jpg, foticos y mensajitos positivos, pero, son incapaces de descargar un documento y/o adjuntarlo en un correo.
  • Pueden estar tooodo el día pegados a la pantalla del celular o de la computadora sin levantar la vista y determinar a quienes están a su lado, pero no pueden salir solos ni a tomar café.
  • Sabiendo cómo está la delincuencia, en medio bus llamen al  banco para hacer una consulta de su tarjeta y a viva voz brinden sus datos personales
  • En los grupos de facebook, donde se agregan miles de desconocidos, algunos compartan las fotos de sus hijos para que les den like y ganen una beca para modelaje
  • Pregunten en redes sociales por el horario, número de teléfono o dirección de una sucursal bancaria, centro comercial, supermercado, escuela, etc
  • Escriban con faltas de ortografía
  • No usen el cinturón de seguridad
  • No lleven a los niños en los dispositivos de seguridad
  • Crucen donde no hay paso peatonal, no utilicen el puente ni tampoco esperen la luz roja del semáforo
  • Las empresas le pidan a los candidatos a un puesto llevar a la entrevista de trabajo fotocopias de su currículum vitae y de sus títulos
  • Algunos conductores manejen en estado de ebriedad
  •  No respeten el paso del tren

¿Por qué con tanta información a la mano seguimos siendo tan tercos o ingenuos?



domingo, 6 de marzo de 2016

¡Pero hacélo por mí, por fis!

Una conocida me contó que ella se organizó su fiesta de 50 años, la hizo a su gusto y con su presupuesto, cuando los hijos se dieron casi se infartan: “¡mami!, ¿por qué no nos avisó?”, ella contestó “porque es mi fiesta”.

Les cuento otro caso: me llama una muchacha que estuvo conmigo en una fraternidad, expresa su deseo de ver a sus amigos y quiere que yo coordine una salida con ese grupo, a lo que yo contesto “mirá, qué pena con vos, pero ahora no tengo tiempo, mejor llamálos y los citás en el lugar que te quede bien”, su respuesta “¡ay, es que yo no sé hacer eso!”.

Hay personas que les fascina presionar a otros para que les hagan un favor, hay quienes parecen reyes de fábulas sentados en sus tronos viendo como los demás se mueven por ellos, puro las películas de Semana Santa donde el emperador o Nefertiti tenían sirvientes que les secaban el sudor.

Si yo quiero ver a mis antiguas amistades de la escuela, del colegio o del grupo de la iglesia, ¿por qué no llamarlos y planear el encuentro?;  si deseo ir a ver una película pero nadie me da pelota, nada me cuesta ir al cine, ahora hasta se pueden comprar las entradas por internet. Lo mismo pasa con el deseo de un viaje, ahorro, hago maletas y ¡chao a todos!, luego les enseño las fotos.

Lo mismo sucede con la famosa frase “que el gobierno haga algo”: se inundan las calles porque los caños están taqueados de basura, los atropellos y asaltos están a la orden del día, no hay plata para programas sociales, ¡¡qué el gobierno haga algo!!

 ¿Y yo?, yo puedo dejar de ser tan cochina y tirar la basura en la calle; usar el puente peatonal y cruzar cuando el semáforo está en rojo, guardar el celular, tablet o lo que sea mientras camino por la calle o espero el bus en la parada y pagar a tiempo los impuestos que me corresponden.

Dejemos la dependencia de lado, no esperemos a que otros hagan las cosas por mí ya sea porque me da pereza o miedo, la vida es una y nadie la vivirá por mí, no se quede con el clavo y haga las cosas, tenga iniciativa, no se arrepentirá.