jueves, 3 de enero de 2019

¡Calma, calma!, té de tilo antes de escribir por favor



Dicen por ahí que las redes sociales nos desnudaron, muestran a las personas tal y como son y creo que tiene razón.

En los últimos años hemos presenciado linchamientos cibernéticos por criticar, con o sin argumentos coherentes, por oponerse a algo que pareciera es casi tesoro nacional, que lo diga yo que casi me mandan a quemar en la hoguera porque pregunté en qué carajos nos benefició el famoso penal de Michael Umaña en Brasil 2014.

El año pasado el país presentó una increíble y preocupante división, primero por el tema electoral, los fanáticos de los dos partidos que llegaron a la segunda ronda se enfrascaron en una batalla campal diciendo quién era el mejor y después de las elecciones, seguimos con la necedad.

Después siguió el plan fiscal, donde otra vez polos opuestos porque si estabas a favor eras un paclover, millonario, corrupto, vendido al mejor postor, etc, etc, etc. 

Si estabas en contra, eras un atorrante, ignorante, millonario empleado estatal con todos los lujos, egoísta que no pensabas en tu país, solo en tu bolsillo, etc, etc, etc.

Y no más comenzado el nuevo año, apareció la nueva y tonta polémica: la Banda Municipal de Acosta participó en el Desfile de las Rosas, la gran mayoría lloramos, sufrimos por la espantosa traducción en español, aplaudimos y posteamos y compartimos imágenes tomadas del televisor o de otros sitios, entre ellos el Presidente de la República que recibió toda clase de insultos en sus perfiles de redes sociales.

Más tardito, algunas personas compartieron como locos un posteo de un supuesto integrante de la banda en el cual increpa al mandatario y reclama la nula ayuda recibida por él, aparecieron también quienes indicaron que en este país NO hay leyes que permitan ayudas de dinero inmediatas, explicaron que para un diputado es más sencillo buscar una partida específica y que en el caso del Ejecutivo, la declaratoria de interés cultural exonera de impuestos de salida y propicia la llegada de patrocinadores.

En fin, como soy una terca, me pongo a leer los comentarios y quedé pasmada del veneno y de insultos para quienes defendían, si se le puede decir así, al Gobierno.

Sigo sin entender el enojo hacia los funcionarios públicos, sea quien sea, como me indicó una vez un exdiputado al que entrevisté: "nosotros somos juzgados desde antes de comenzar a trabajar".

También sigo sin entender esa furia hacia el otro, esa cólera que me da que el vecino no opine como yo, el país más feliz del mundo es intolerante en toda la extensión de la palabra, no, no molesta, enfurece al grado de emitir los peores y más crueles adjetivos tanto a conocidos como a quienes nunca he visto en la vida.

Se supone que cada año nuevo pedimos a la vida que este sea nuestro año, que todo sea distinto, pero no es el año el que tiene que ser diferente, si no usted y yo, así que, si busca año nuevo vida nueva, podría comenzar por bajarle tres rayitas a su intensidad en las redes sociales y conectar los dedos con el cerebro.