viernes, 12 de enero de 2018

Love wins: ¡¡qué no cunda el pánico!!



He leído  argumentos a favor y en contra, he leído buenos análisis de ambas partes, otros que provocan risa, algunos dan ganas de llorar y otros sencillamente no se entienden por las faltas de ortografía y la pésima redacción.

El fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos sobre el matrimonio entre personas del mismo sexo en nuestro país indica que el “Estado debe reconocer y garantizar todos los derechos que se derivan de un vínculo familiar entre personas del mismo sexo”, y además que “es necesario que los Estados garanticen el acceso a todas las figuras ya existentes en los ordenamientos jurídicos internos, incluyendo el derecho al matrimonio”.

Si usted es heterosexual, igual que yo: ¡tranquilo!, nadie lo obliga a casarse con alguien de su mismo sexo, nadie lo llevará con una pistola apuntando su cabeza a cambiarse el nombre ni el sexo en el Registro Civil, nadie. Nadie cambiará su testamento y le dejará sus bienes al vecino o vecina del frente en lugar de su actual pareja, es decir, sus derechos y los míos no se tocan.

Esta resolución viene a llenar una deuda histórica que se tiene con la población LGTBI, parejas a quienes se les hace un mundo primero casarse, acceder a créditos, proteger su pareja y el patrimonio que ambos construyeron.

Nadie está atacando su familia, nadie lo critica ni criticará por estar casado y tener hijos, mascotas y casa con cerca y jardín.

Nuestra soberanía no se violó, nadie llegó con tanques ni bombas, no hubo derramamiento de sangre.

¿Qué puede abrir la puerta a otros debates?, sí, debates justos y necesarios en un mundo cambiante.

¿Qué usted se siente indignado y quiere seguir educando a sus hijos?, ¡¡en buena hora!!: podría empezar por enseñarle a que no tiren basura a la calle, a decir  "buenos días, gracias, con permiso, por favor", a que ande en bus, a respetar a otros, a no brincarse la fila para llegar de primero, a resolver por sí mismo las cosas, a leer y escribir.

¿Qué yo como católica practicante y egresada de colegio católico me siento atacada?: ¡¡cero!!, al contrario, me siento feliz que mi país respeta los derechos humanos.

Repito: ni su rutina ni la mía se verán afectados, ni sus derechos ni los míos se verán afectados, así que no se complique y viva feliz.

Y si se siente ofendido por mis palabras al punto de querer excomulgarme o bloquearme de sus contactos como ya lo hizo una persona, adelante, vivimos en Estado de derecho, ¿o no?